domingo, 15 de mayo de 2011

La enésima de Simoncelli

No soy periodista. Ni experta en motos, más quisiera yo. Y es por eso que voy a remitirme a lo que han dicho los expertos en relación a la acción, lance de carrera o cómo quieran llamarlo de Marco Simoncelli con (o contra) Dani Pedrosa. El catalán se ha ido descolgando de Stoner una vez el australiano le ha pasado y tras varias vueltas siguiéndole de cerca. Ha sido entonces cuando Simoncelli le ha alcanzado y le ha pasado. Dani no se ha conformado y ha intentado devolvérsela. Intentado, porque Marco no le ha dejado hacerlo. Y es aquí donde entra la voz de los expertos (y la opinión de cada uno). Dani tenía la posición ganada y Marco, por fuera, no le ha dejado pasar cerrándole la trayectoria. De ahí la sanción con un Ride Trough. La mala suerte ha sido que Dani no ha podido evitar la caída, ni la lesión. Y es Dani se cae poco, pero cuando se cae se hace daño y mucho. Esta vez ha sido la clavícula derecha la que se ha roto, justo cuando parecía que el calvario de la izquierda llegaba a su fin y, una vez más, cuando las opciones de liderato del mundial estaban más claras que nunca. Lo de Dani sólo puede calificarse de mala suerte. Y lo de Simoncelli, si nos remitimos a las quejas de los pilotos, los comentarios de los expertos y, por qué no, a los videos e imágenes de carreras pasadas, cuando menos, sólo puede llamarse agresividad en pista.

Tal vez no pueda decirse que esto es un deporte de contacto tal y como dijo Buttler y, desde luego, no puede meterse en el mismo saco que el Full Contact o el boxeo, siguiendo con el ejemplo que puso Lorenzo en la rueda de prensa. Un poco de agresividad en pista nunca viene mal, no seamos remilgados ni “gatitos” como dijo Valentino refiriéndose a los pilotos más jóvenes. Un poco de espectáculo, de adelantamientos al límite, eso, nos gusta a todos, hace que este deporte sea más emocionante, más divertido. Pero ¿dónde está el límite? ¿Hace falta que alguien se haga daño para ver que un piloto “se pasa” de agresividad?
Y aquí es donde entra el amigo Simoncelli. Echemos la vista atrás. Hace un par de semanas, en Portugal, Lorenzo le recriminaba que era muy agresivo dando lugar a una, más o menos, acalorada conversación en la rueda de prensa previa al Gran Premio. Esta semana, en Le Mans, Lorenzo, Stoner, Valentino y Simoncelli (desconozco si algún piloto más estuvo en la reunión), se reunieron con la comisión de seguridad para tratar, precisamente, el tema de la agresividad de Marco y le dieron un toque de atención. Ya lo dijo Lorenzo con su “de momento no he tenido ningún percance contigo pero, si en el futuro pasa algo, tendremos un problema”. A lo que Simoncelli respondió con un “que me arresten”. Pues bien, no ha sido Lorenzo sino Pedrosa el damnificado por la actuación del italiano. Y no ha sido el primero y, me temo, no será el último.
Miremos aún más atrás. Año 2008. Si mal no recuerdo, Kallio sufrió los embistes de Simoncelli en la recta de Portugal. También Barberá sufrió en sus carnes al de Católica en Mugello cuando se estrelló saliendo de la recta a unos 200 kilómetros por hora cuando, rodando en paralelo con marco, éste cruzó la moto provocando la caída del español. Bautista, Aoyama y un largo etcétera han tenido que lidiar con las (malas) artes de este piloto al que ya advirtieron en su día, en la categoría intermedia y que, a día de hoy, se escuda diciendo que eran otros tiempos. Querido, tengo que darle la razón a Jorge Lorenzo. No vais en minimotos, lleváis entre las piernas máquinas de más de cien kilos con más de doscientos caballos de potencia. Rodáis a trescientos y pico kilómetros por hora. Os jugáis la vida y, por desgracia, lo habéis comprobado viendo la vida de un compañero quedarse en el asfalto de un circuito. Todos deberíais daros cuenta de eso. De que está bien divertirse encima de una moto. Está bien hacer de las carreras un espectáculo. Meterse en huecos imposibles. Realizar adelantamientos arriesgados y mantener la moto tumbada al máximo en las curvas jugándose la posición con otro (u otros) pilotos. Me parece genial todo eso pero, amigos míos, esto pierde la gracia, el entretenimiento y la diversión cuando las cosas se llevan tan al límite que alguien acaba haciéndose daño. Porque ya no se trata sólo de puntos. Ni de ganar carreras. Ni siquiera de ganar un campeonato a final de temporada que, de acuerdo, es la finalidad de todo esto. Se trata de divertiste de una manera sana, al límite sí, de dar espectáculo dentro de la pista y de demostrar que se puede ganar sin artimañas y, sobre todo, sin que le cueste la salud a otro piloto. Que los accidentes pasan, os podéis caer y haceros daño solos o en acciones involuntarias (y tengo que resaltar lo de INVOLUNTARIAS) con otros pilotos. A todos se os puede ir una rueda, os puede lanzar la moto por los aires, un neumático frío puede jugaros una mala pasada, podéis tumbar más de la cuenta y arrastrar a otro en vuestra caída… son cosas que, desgraciadamente, pasan y traen consecuencias más o menos funestas. Tal vez se trate de afinar un poco más la diferencia entre las acciones al límite y la agresividad desmedida.


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